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Si hay algún lugar capaz de dejar sin palabras a cualquiera, este es el Valle de Aosta, en los Alpes italianos.

 

Después de recorrer en otras ocasiones los Alpes tanto por la parte italiana como por Suiza y Francia, tocaba por fin recorrer el Valle de Aosta a fondo, haciendo base en un pequeño pueblo a 5 Km. de su capital, Aosta.

 

Uno de los mayores atractivos de esta zona es que todo queda cerca, Aosta está cercada por picos de más de 3 y 4.000 metros de altura. Por encima de todos ellos destaca sin duda el mítico Mont Blanc, que con sus 4,810 metros de altura mira altivo a sus montes vecinos que tampoco se quedan atrás. El Matterhorn o Monte Cervino  (4,478 m), y el Grand Convin (4,188 m) el por el norte, el Grand Paradiso (4,061 m.) o el Monte Emilius (3,559 m.) son solo algunos de los picos que dominan el Valle de Aosta y que hacen que para llegar a parajes de cuento de hadas solo sea necesario recorrer pocas decenas de kilómetros.

 

 

Para llegar de desde España es necesario atravesar media Francia, pero jugando un poco con la ruta se puede hacer con la mínima autopista posible y recorriendo las hermosas carreteras de los Alpes franceses para, además de redondear un poco las cubiertas, evitar el coste que en dinero y aburrimiento supone las autopista.

 

  Ruta recomendada.

 

Cuando te vas de Aosta siempre te queda la sensación de que te queda mucho por ver, pero la verdad es que gracias al poco tráfico que comparado con otras zonas de los Alpes tiene Aosta, y a lo cerca que queda todo, con 10 días es posible ver la mayor parte del valle sin prisas y disfrutando a tope de cada día.

 

Todas las rutas son bonitas, pero en este enlace he detallado las que me han parecido más recomendables. Ninguna de ellas requiere hacer más de 150 Km. y casi todas están pensadas por carreteras comarcales con poco tráfico y en donde descubriremos que tras cada curva aparecerá una cascada, un algo, o un nuevo valle que parece sacado de un documental de las Montañas Rocosas.

 

Las rutas por el valle de Aosta.

 

A diferencia de otras zonas de Italia, Aosta es una región autónoma con una régimen fiscal independiente que vive principalmente del turismo, y lo sabe. Esto se nota en un cuidado del detalle en cada uno de los pueblos del valle, casas de piedra como salidas de una postal, una red de carreteras magnífica, todo está pensado para que el visitante repita, y por lo menos conmigo os aseguro que lo han conseguido. Si a esto unimos el carácter abierto y hospitalario de la gente tenemos todos los ingredientes para lograr unas vacaciones inolvidables.

 

Datos de interés de Aosta.

 

 

 

Pese a recibirnos con solo 5º de temperatura en el paso del Gran San Bernardo, el tiempo durante los días que estuvimos allí fue magnifico y el sol fue nuestro compañero de forma casi constante, algo que a más de 2.000 m. de altura es de agradecer. Esta zona en invierno es solo apta para gente dura, muy dura. Los neumáticos de nieve son obligatorios desde octubre a abril.

 

Con unas vistas así da gusto levantarse por la mañana. Alquilamos una casa para evitar los altos precios de los hoteles y para no tener que andar cargando con tiendas de campaña.

No solo la decisión fue acertada, sino que dimos con una gente excelente y en la misma urbanización estaban alojados dos italianos encantadores con su Harley Davidson que hicieron aún más entretenida la estancia y que me vinieron muy bien para perfeccionar mi italiano.

Y no podía faltar el "habitante" más curioso, y divertido de la casa.

 

 

 

Una visita indispensable es subir al Mont Blanc. El teleférico que sube hasta casi la cumbre no es barato, pero las vistas desde la parte más alta compensan con creces los 35 euros por cabeza que cuesta la subida hasta la cota 3.462 de la Punta Hellbroner.

La subida hasta la cima a más de 4.810 m. la dejamos para los escaladores, aunque parezca imposible, en la aguja que se ve en la foto había gente escalando, aunque solo con el telescopio era posible verlo.

 

 

Desde esta altura uno se siente pequeño, muy pequeño. Las vistas son algo increíble, y solo en vivo se puede sentir la sensación de estar en la cima del mundo, las fotos no hacen justicia.

La sensación al respirar a esta altura es extraña, parece que falte aire, y cualquier movimiento cuesta bastante más de lo normal. Para subir a las cumbres es necesaria una aclimatación previa y una forma física muy seria, la alta montaña no es cosa de broma.

 

 

 

 

Alguno de las decenas de lagos que salpican la zona.

 

El "armario volador" se portó como siempre, de cine. Ya me está preguntando cuando volvemos por esa zona.

Tampoco fallaron la Hornet 600 ni la SV 650, que nos acompañaron durante todo el viaje.

 

Aosta está llena de castillos, la herencia medieval está bien presente. Durante una época fue residencia de verano de los Duques de Saboya y los palacetes son una maravilla.

Sin duda merece la pena reservar un día para visitar algunos de estos castillos, Sarre, Chatillón, Villeneuve, Aymavilles, Saint Pierre...

No sabría decir cual de ellos nos gustó más, son tan diferentes en épocas y estilos que cada cual es mejor que el anterior.

     

 

 

Una de las numerosas cascadas que abundan en Aosta, el agua del deshielo de los Alpes está por todas partes y desde luego por aquí no tienen problemas de sequía.

     

  A veces la sensación es de estar rodando en Alaska, los paisajes son alucinantes y los pueblos están cuidados hasta el máximo detalle.

 

 

Una de las entradas al Parque Natural de Gran Paradiso.
Y no solo hay bellos paisajes en Aosta, en un concesionario tenían esta maravilla, una genuina Laverda SFC perfectamente restaurada. Los precios de los accesorios son caros, los de las motos nuevas andan más o menos como aquí, pero en donde se nota la diferencia es en el mercado de segunda mano, tanto en variedad como en precio, y si no, fijaos en el precio de la MV Agusta F4. ¿Tentador?

 

 

Y ya que hablamos de motores, fijaos en los "utilitarios" que se pueden ver en los concesionarios de Ginebra, en Suiza. Tanto el Enzo como el Zonda pasaban con creces de los 600 cv. y del precio mejor no hablar. Exceso puro y duro.

Como si de una despedida se tratase, después de una semana de buen tiempo Aosta nos regaló una esplendida nevada el último día de vacaciones, que lejos de molestar convirtió los paisajes de más de 2.000 m. en una verdadera postal.

Pinchando en la imágen podrás descargar uno de los vídeos de la zona. Merece la pena.

Vídeo Aosta.